Un Peluche en problemas.

Un segundo: es todo lo que se necesita para ir de un día normal a temer por la vida de tu compañero.

Algo así fue el caso de Peluche, un hermoso perrito de 8 años. Por encantador que fuera, desearíamos que las circunstancias hubiesen sido algo distintas: tal vez una visita para vacunarle o algo por el estilo, pero por desgracia no fue el caso.

Resulta que Peluche decidió escapar un momento de casa, aprovechando que nadie le vigilaba (hasta el perrito más bueno tiene sus momentos, después de todo). Cuales hayan sido las aventuras que Peluche planeaba emprender, sin embargo, suponemos que terminaron mucho antes de lo que esperaba.

Luego de buscarle por un tiempo, la familia de Peluche lo encontró herido gravemente. No sabían si le atropellaron, se metió en una pelea o si alguien le lastimó, pero sí tenían claro que tenían que apresurarse a llevarle a la clínica.

Justo eso hicieron. Recibimos a Peluche y de inmediato le revisamos. El lado bueno era que la herida era claramente de una mordida, así que supimos rápidamente de qué se trataba sin perder tiempo... el lado malo es que era una mordida muy seria.

Sólo escuchando a Peluche respirar podíamos oír al aire escapar (un problemita llamado enfisema subcutáneo, que es algo que no quieres jamás para tu mascota). Sabiendo que la mordida había sido lo suficientemente profunda para poner en riesgo la respiración, fue claro que debíamos operar.

En este caso, nuestra elección fue la toracotomía, una operación que nos permitió evacuar el aire que se acumulaba dentro del tórax de Peluche de la forma menos invasiva posible. Acabada la operación sin complicaciones, sólo quedaba darle a este perrito cuanto tiempo necesitara para recuperarse (que resultó no ser mucho).

Al día siguiente de la cirugía, Peluche se encontraba mucho mejor, ansioso de volver con su familia cuanto antes.

¡Así lucía poco después de volver a casa! Feliz, sonriente y hasta modelando. Caritas así son la razón de hacer nuestro trabajo.